Este tomo, inicia una serie de historias locales, en cuyo plan no solamente se incluyen obras inéditas sino también obras raras que se requieren para el proceso de las investigaciones. En buena medida, las deficiencias de información sobre la ocupación del territorio y la vida de la población se debe en nuestro país a la carencia de historias locales o al total olvido en que los historiadores han dejado las publicadas hasta hoy. Generalmente, se considera cosa subalterna esta de relatar el pasado de una comunidad local. El hecho que para esas comunidades sea de suma importancia la aparición de su primera escuela, de su primer teatro o la gestión de un alcalde, se refleja en el juicio peyorativo de los historiadores “sublimes”, aquellos que nunca aspiran a menos que dejar boquiabiertos a sus contemporáneos. Y, sin embargo, esa historia local es siempre una “muestra” que dirían los estadísticos, es siempre un resumen de la historia nacional cuya virtud consiste en revelar detalles del pasado que solamente se destacan en el marco local. Por eso se publica esta “Memoria de Palmira”, pequeño pueblo cuyo municipio cuenta con 11.511 habitantes, según el Censo de 1953. Forma parte de la gran zona de desarrollo azucarero de Cienfuegos, al suroeste de la provincia de Las Villas, donde se concentran algunos de los mas poderosos ingenios modernos de mediados del siglo pasado. Y su historia como agrupamiento de carácter urbano comienza entonces. No es sin embargo, un pueblo “azucarero” como seria por aquel entonces Colon o, mas recientemente, lo sería Ciego de Ávila; lo que impulsa su nacimiento es el tráfico y, particularmente, el ferrocarril, ese gran progreso derivado del crecimiento azucarero de 1820; lo que le hace brotar es la garantía que ofrece para dar salida a los productos de una zona todavía inexplotada. El fundador, Agustín Serize y Xenes es un terrateniente que comprende cuanto valor han de añadir a sus tierras el ferrocarril y el centro urbano y como es hombre ilustrado pone todas sus energías al servicio de esa comunidad cuyo nombre es todo un programa porque se inspira en la vieja Palmira, la del Conde Volney, de cuya famosa obra se nutre la juventud cubana de la primera mitad del XIX. Los intereses regionales, ya creados, no ven con buenos ojos esta intrusión progresista; especialmente los grupos minúsculos de San Fernando de Camarones que no quieren saber nada del ferrocarril, ni de la nueva ciudad, lo que origina una de esas típicas querellas municipales que, en lo hondo, no son puras nimiedades, sino reflejo de pugnas de intereses.
Saturday, February 2, 2013
Memoria Histórica de Palmira y su Partido
Serize Medina, Agustín, Memoria Histórica de Palmira y su Partido, La Habana: Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 1963.
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Como dueño del Central azucarero “Portugalete” (Sotero Escarza) solicita en 1892 autorización para la construcción de una línea férrea que comunicara su ingenio con la línea de Cienfuegos a Santa Clara dando de esta manera una mayor salida a su producción azucarera. Compra diversas fabricas de la empresa Emilio Elizondo y Hermanos, almacenes alambiques, etc. convirtiéndose en uno de los más prósperos empresarios de la zona. Como en otros casos similares, Sotero financió diversas instituciones de la región, otorgándosele en agradecimiento en uno de estos casos el titulo de Bombero Honorario.
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